Menorca es una joya oculta de las Islas Baleares, a menudo eclipsada por sus vecinas más conocidas, Mallorca e Ibiza. Con una superficie de sólo 700 kilómetros cuadrados, su belleza virgen y sus fascinantes paisajes la convierten en un paraíso para los amantes de la naturaleza y los que buscan tranquilidad.
Menorca, la isla más septentrional de las Baleares, invita al visitante a bajar el ritmo y relajarse en su apacible entorno. Con sus 216 kilómetros de costa, la isla ofrece una gran variedad de paisajes, desde las playas de terciopelo blanco de la costa sur hasta los acantilados carmesí del norte. En esta fortaleza de serenidad, Menorca ofrece un remanso de paz para quienes buscan escapar del ajetreo de la vida cotidiana.
Es en las playas vírgenes donde más se percibe el encanto etéreo de Menorca. Al norte, el paisaje se caracteriza por la arena roja, los olivos nudosos y los acantilados barridos por el viento de pizarra y arcilla roja. El contraste es asombroso con las playas del sur, donde la arena blanca se funde con las aguas cristalinas del Mediterráneo.
Si le apetece un destino fuera de lo común que le transporte a un mundo de belleza incomparable, Menorca es su destino definitivo.