Ammán, la capital de Jordania, es una metrópolis vibrante y cosmopolita que refleja la rica historia, la diversidad cultural y el desarrollo moderno del país. En 2000, Ammán atravesó un periodo de crecimiento y cambios significativos.
El paisaje urbano era una fascinante mezcla de monumentos antiguos y arquitectura moderna. El teatro romano, monumento histórico construido durante el reinado del emperador Antonino Pío, se erguía orgulloso en el corazón de la ciudad. Su grandiosidad y su estructura bien conservada lo convirtieron en una popular atracción turística y lugar de celebración de actos culturales.
El tejido urbano de Ammán creció rápidamente, y se desarrollaron nuevos distritos y zonas residenciales para acomodar a la creciente población. El paisaje urbano se caracterizaba por una mezcla de casas tradicionales y modernos rascacielos, reflejo de la mezcla de lo antiguo y lo nuevo que caracterizaba a Ammán.
Se llevaron a cabo proyectos de infraestructuras para mejorar el tráfico y la conectividad. Se modernizó la red principal de carreteras y se mejoró el transporte público para satisfacer las crecientes necesidades de movilidad de residentes y visitantes.
La escena cultural de Ammán era vibrante, con una gran variedad de galerías de arte, museos y teatros que mostraban el talento local e internacional. La ciudad era un centro de eventos culturales, festivales y exposiciones que celebraban el patrimonio jordano y las expresiones artísticas mundiales.
El panorama culinario de Ammán era variado, con numerosos restaurantes y cafés que ofrecían una amplia gama de cocinas. Desde platos tradicionales jordanos como el mansaf y el falafel hasta comida internacional, la ciudad ofrecía un placer gastronómico para los amantes de la buena mesa.